• La enfermedad ¡Una solución perfecta del cerebro!

    Reconocer cómo la interacción entre el pensamiento, las emociones y el cerebro actúan sobre el funcionamiento biológico del ser humano, es equiparse de claves importantes para comprender mejor el sentido de los acontecimientos de nuestra vida y de las fuerzas en juego que las engendra.

    Bien a menudo, la enfermedad hace un puente entre el pasado y
    el presente. Un conflicto del pasado arrastra como un viejo fantasma y se expresa en el presente.

    Cambiar la mirada sobre la enfermedad constituye el primer paso hacia la curación, convirtiéndose en " consciencia ", puede liberarse y transformar nuestros límites actuales y nuestros dramas del pasado, quitando la parte de influencias sobre el presente para volar hacia la realización de todos nuestros anhelos.

    LA ENFERMEDAD ES UN REVELADOR DE CONCIENCIA

    La enfermedad es la expresión de un desequilibrio causado por un conflicto emocional. Sin este conflicto, no hay enfermedad. Éste empieza por un " shock " desencadenado por un drama, una frase, un gesto, una imagen y es la emoción vivenciada que, según su naturaleza y su intensidad, se traducirá en la realidad biológica. La enfermedad tiene pues un sentido preciso y aparece como una respuesta perfecta para el cerebro.

    Dramático e intenso, el choque es devastador como una flecha que penetra en un instante. No lo esperaba y mis medios de defensas habituales se encuentran sobrepasados, boquiabiertos, no percibo verdaderamente la intensidad y el alcance de lo que siento. Todo el mundo alrededor de mí sabe lo que ha pasado, pero nadie sospecha como lo he vivido.

    Si, delante de la situación conflictiva, no logro encontrar soluciones satisfactorias, entonces y sólo entonces, mi cerebro entrará en acción para desencadenar el programa biológico establecido. El grado de gravedad de la enfermedad será determinado por la intensidad del choque emocional, mientras que su localización dependerá de la naturaleza de lo vivenciado.

    ¿Conozco el acontecimiento, pero cómo lo he vivenciado?

    Miedo de morir, desvalorización, culpabilidad, impotencia, etc. Cada tipo de enfermedad nos informa sobre la vivencia que hay que sanar para curarse. Por ejemplo:

    - Me siento "separado de”: es la piel, pues la piel nos pone en contacto con el mundo.

    - Un "suciedad" indigesta afectará el sistema digestivo.

    - Del rencor: la vesícula biliar.

    - Es desvalorizante: los huesos.

    - Que da asco: el colon.

    - Una pérdida: los ovarios o los testículos, etc.

    LO QUE NO SE EXPRESA SE IMPRIME EN EL CUERPO

    Una joven esposa vive una situación conflictiva con su familia política quien la rechaza. Es incomprensible y terrible para ella. Cuando habla de ello a su marido, lejos de comprenderla, él la reprime y la censura. Unos años más tarde, esta mujer lleva siempre la herida de esta vieja historia, que seguirá contando. Conoce el acontecimiento, lo desaprueba también, pero no lo resuelve. Hablar del acontecimiento, no resuelve.

    La situación exterior vivida, no es lo que cuenta, es cómo se ha vivido, esto representa para la persona, de manera consciente e inconsciente, el conflicto que desencadenará la enfermedad. La vivencia es lo que tiene que salir a flote para curarse. La enfermedad que ella va a generar, está de acuerdo con la vivencia que tuvo y que tiene que ver, quizás con la impotencia, sumisión y ataque que vivió.

    Pues, conocer la historia no es suficiente, hay que tomar consciencia del sentido escondido de ésta, es decir, lo vivenciado, que es lo que se imprime en la persona. A menudo, se minimiza el impacto de lo que nos ha pasado, hace falta aceptar la realidad como es. El arte terapéutico consiste en ayudar al individuo a descubrir cómo ha vivido los eventos conflictivos de su vida. Podrá resolver su conflicto, sólo si llega a la información que lo ha causado. Para curarse, hace falta tomar consciencia que era eso la enfermedad, en una aceptación total. La verdadera comprensión es una sensación. Usted está vivenciando (o siente), y entonces, comprende y sabe. Quizás que no puede explicarla. Es el cerebro que se ocupa de la curación, no necesitamos preguntarnos cómo hacer. Hay que acogerla como un niño, sin la mínima crítica.

    La biología, cierto, es sutil y el arte terapéutico consistirá en encontrar no sólo el elemento que desencadena la enfermedad, sino también lo que la programó. Existe una correspondencia absoluta entre las cosas y podemos en cierta medida cambiar nuestro destino tomando consciencia de la parte " inconsciente " del programa que actúa en nosotros.

    Hay varias maneras de registrar estos programas.

    1 - Lo vivido desde nuestro nacimiento hasta hoy

    Todas las vivencias se registran en nosotros y el cerebro compara constantemente la situación presente a todas las que tiene ya en memoria.

    Hasta que no hemos tomado consciencia de esa vivencia inicial, que causo el estrés, seguiremos reviviendo el conflicto inicial atado a este estrés. Es lo que pasa en el caso de las alergias especialmente.

    2 - Lo vivido intrauterino

    Concierne todo lo que ha pasado durante la gestación del bebé, todo lo que los padres piensan y dicen en situación de estrés, el niño lo íntegra para él, como si fuera personal en su equipaje para prepararse a la excursión que será su vida.

    El conflicto psicológico de los padres se convierte en el conflicto biológico del niño. Mi padre o mi madre lo ha sentido, entonces lo realizo en mi biología o en mi comportamiento.

    No hay culpables, no hay víctimas, solo hay las leyes de la biología.

    3. Las memorias familiares

    Los dramas no resueltos vividos por nuestros ancestros, circulando en las memorias familiares, repercutirán en cualquier miembro de la familia en las siguientes generaciones.

    Para curar, hace falta descubrir pues, el sentido de lo que se expresa en nuestro vida: tomar consciencia desprograma y nos da la posibilidad de hacerlo. ¡Solamente, nos hace falta soltar, dejar las pesadas maletas que llevamos desde hace mucho tiempo, aquí y ahora!

    ¡No somos libres, pero estamos libres de hacerlo!

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